Empecé desde abajo, literalmente sin saber nada sobre motores ni mecánica. Lo único que tenía era la curiosidad por aprender y las ganas de salir adelante. Desde chico, trabajé en lo que podía: cortar pasto, hacer changas, delivery… cualquier cosa para ganar experiencia y algo de dinero. Pero siempre sentía que quería más, algo propio, algo que realmente me apasionara.
Un día, mientras arreglaba una vieja bicicleta, me di cuenta de que tenía cierta habilidad con las herramientas, ahí empezó esa curiosidad y gusto por la mecánica y los fierros (tenía 14 años). Con el tiempo y con diversos trabajos que fui haciendo, me di cuenta de que quería algo que me retara y me hiciera crecer, además de que me apasionara. Decidí dar el paso y estudiar mecánica general.

No fue fácil. Trabajaba todo el día y estudiaba por las noches, sin saber si realmente esto me llevaría a algo grande. Pero lo que me sostenía era la visión de un futuro mejor. Al principio, solo hacía trabajos simples, pero cada vez que lograba solucionar algo, aunque fuera pequeño, sentía que estaba más cerca de mi objetivo.

Con el tiempo, descubrí el mundo de la inyección diésel y fue como encontrar oro. Sabía que esta área era muy demandada y poco explotada. Así que empecé a especializarme, absorbiendo todo el conocimiento que podía, cometiendo errores, aprendiendo y creciendo. Hoy puedo decir que ese esfuerzo valió la pena.

No soy diferente a vos. También tuve dudas, también empecé desde cero, y también pensé en abandonar más de una vez. Pero aprendí que el éxito no es para el que sabe todo desde el principio, sino para el que se atreve a empezar.
Si yo pude empezar de 0 y lograr metas, vos también podés hacerlo.